domingo

Sombra Kamikaze


Sombra Kamikaze.
Claudio Rojo Cesca.
(Poesía, 2018)



LE ESCRIBÍ UN POEMA A TU SALTO EN PARACAÍDAS

Doy un salto mortal
y olvido
lo que se dice
TODO.
Las boletas sin pagar apiladas en mi escritorio
el aumento del colectivo
la última discusión que tuvimos sobre cuánta cerveza
nos permitimos tomar
los días de semana.
El avión, detrás de mí
se queda corto para llegar
a recuerdo.
Que el paracaídas sea como el amor
traería más problemas que soluciones.
Las costuras pueden ceder
y provocarme
un ataque de ansiedad
mientras me vuelvo
la imaginación de una estrella
gorda y rellena de luz.
Eso sin contar los agujeros
los parches
las reparaciones jamás confesadas
los recuerdos alterados de manos que
nunca conocieron mi espalda
y sin embargo
cosieron mi salvación.
Acabo de inyectarle a mi cuerpo
una dosis semi-mortal de adrenalina:
la mentira de que me quiero morir.
Que el amor sea el amor y el paracaídas
paracaídas.
Los accidentes y las sonrisas funcionan mejor de ese modo.
Igual las calles de dos manos
y los orgasmos que no requieren ortopedia.
Voy quedándome solo en el aire.
De lejos soy apenas un hongo colgado
a una bóveda celeste.
El silencio absoluto es puro maquillaje.
De nada me sirve el vértigo de haber saltado
para alejarme de los objetos
y las superficies sólidas.
Incluso aquí, en este lugar minúsculo
del universo
trato de adivinar de qué lado de la boca
pitaste tu último convertible
o si pensaste siquiera un toque en mí
tras la sombra difusa del humo mentolado.






LA COTIZACIÓN DE LOS TATUAJES EN LA ECONOMÍA DE UN AMOR GOBERNADO POR LAS MADRES

Mamá: pensé en vos y me sentí solo.
El futuro se avecina
a esta casa sin patios ni alacenas.
La cama inquieta, mamá.
Las mujeres finalmente llegaron.
Hacen el amor como si nuestros cuerpos
fueran a convivir para siempre.
Pero qué son las mujeres
en un mundo sin tu fémur.
Hoy caminé la avenida Belgrano
imaginando que nada podía matarnos.
Ni las balas
ni las bombas
ni los accidentes de tránsito.
Estar solo no es morir.
¿Pero morir qué es?
Puedo durar foréver en un aparato para hacer tatuajes.
Una maquinita que zumba sobre la piel
y le traza la invención de una memoria.
Quedarse en las pieles es una hermosura tribal de nuestro tiempo.
Tu nombre es como un chiste, mamá
repite con sus letras que quieres vivir
y sin embargo ya sabemos cuánto se equivoca.
Tu nombre no puede salvarse en un tatuaje.
¿Y el mío?
¿Qué sería yo si fuera un tatuaje?
En mis sueños hago el amor a un animal minúsculo
que muere y revive
dentro de una mariposa.
Tatúo en mi imaginación
amor mariposa
butterfly
del inglés
"mosca de manteca"
un bicho incapaz de discutir con el oxígeno
para robarle un sonido.
Ahora que por fin soy dueño de mis ventanas
y son para mí
las melodías de las hojas de los árboles
me permito pensar qué significa ser libre.
Mi libertad es una picadura de abeja
en un día soleado.
Mi libertad es un baño de miel hasta el ahogo.
Tengo alergias de todo tipo
y lloro las siestas con la lengua hinchada.
Ya no despierto agitado por las noches.
Ya no estoy solo.
Ya no soy la escritura de mi nombre
en la piel de una espalda mojada.
Ya no soy el hijo que conocías.
Ya no soy la obra que empezaste.
Ya me fui.
Me fui, vieja
me fui.
Chau.

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